jueves, 17 de enero de 2013

Sueño de una tarde de verano


Vestido de terno y corbata, todo parecía la rutina habitual: trabajar, trabajar, trabajar.  El camino era diferente, y por alguna razón me era familiar, pues solía recorrerlo durante mis días de niñez caminando hacia el colegio, creo. El viento era casi nulo y aun así partículas de polvo se levantaban del suelo y atacaban mi pantalón gris, cansado luego de un arduo día laboral. El sol golpeaba arduamente, como un día cualquiera de verano; realmente, Santiago parecía un desierto.  Aunque no estaba mirando a mí alrededor, sabía que había gente en los alrededores, tomando el metro o simplemente vagando bajo un sol veraniego que prometía dolorosas quemaduras. Caminaba rumbo a casa, pero sin pensar nada en especial. No es que la vida me pareciera sin sentido, era que no había sentido en pensar bajo esas condiciones. Vaya.
Escucho una voz familiar por detrás, un colega del trabajo burlándose de mi pues iba caminando, y acto seguido, aflojándose la corbata, se subió a un bus que no vi venir, y se posicionó en las escaleras, riéndose de lo que, según él, era la escena más graciosa que había visto en su vida. Me tomo un par de segundos en comprender lo que decía, pero no me causo alteración, ira ni angustia. No había sentido en agitarse o afligirse bajo esas condiciones.
El calor no parece afectarme. Miro hacia abajo y me doy cuenta de que mi ropa esta toda empapada, pero yo por alguna razón estoy seco. Mi cerebro, sin embargo, parece frito, pues no logro conectar ningún pensamiento con otro. Me adentro bajo la sombra de algunos árboles que adornan la vereda, pero no siento alivio. Entonces cierro los ojos y me dejo llevar. No hay sentido en preocuparse bajo estas condiciones.   
Estoy en un bus, mi bolso se encuentra en uno de los compartimientos pero ya no llevo ropa formal, sino casual, lo cual no me extraña en lo absoluto. Me siento al lado de un atractivo muchacho que resulta ser mi novio y me hundo en su pecho, mientras el acaricia mi cabello, mencionando algo sobre la forma en la que huele. Puedo sentir un tono burlón en su voz, pero no me molesta, me siento a gusto bajo su calor, aunque algo en mi interior me dice que no soy correspondido. No es una ilusión, no es un capricho, pues no hay sentido en dudar bajo estas condiciones.
Necesito bajar, y decirles a mis padres que voy a la playa, pero no sé cómo, decirle la verdad me aterra, y pensar en alguna otra excusa me lleva a mentiras que no funcionaran. Solo tengo un par de minutos para llamar, mientras la angustia se apodera de mí, mientras la realización de que soy el bufón de la relación me golpea, mientras la preocupación por no haber relacionado todo esto antes me atormenta, mientras la ira y pena por ser objeto de burla me llena, mientras el poco y nada de sentido que tiene mi vida se los lleva la razón, mi razón. La vida, la muerte, mi alma, mi dolor.
Pero… ya no hay sentido en ocuparse de todo esto, bajo estas condiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario