Había días en
los que deseaba ser como ellos, tener esa facilidad de perderme en la multitud
y camuflarme sin más, sin pensar, reflexionar, tomar precauciones. Simplemente,
dejar ser. Deseaba tener esa habilidad de hablarle a quien quisiera por el
simple hecho de querer, deseaba liberarme de mis miedos y angustias, deseaba,
deseaba, pero nada pasaba. Asimismo, había otros días en que me gustaba mi
soledad, y la apreciaba de sobremanera, me hacía creer que el ser introvertido
me traía más pros que contras, y que también me hacía una mejor y más profunda
persona. Pero entonces después notaba que no me encontraba en ninguna de las
categorías anteriores. No podía
clasificarme porque ni siquiera yo sabía a ciencia cierta quién o qué era.
Darme cuenta de mi posición frente al mundo no era tarea fácil: pensaba mucho y
decía poco, sentía en demasía y sufría el doble. Intentaba ser yo mismo dentro
de un universo paralelo, y cada acción parecía tan irracional al momento de ejecutarla,
que ya no sabía si vivía de la esperanza o de la resignación. Los momentos de
alegrías eran más fugaces que una estrella surcando el espacio a velocidad luz.
Entonces, la melancolía volvía (no es que alguna vez se hubiera ido) sino que
volvía a ocupar el mayor espacio en mi mente, alma y corazón. Luego aprendería
que sería mejor aprender a convivir con ella en lugar de tratar de alejarla.
Habías días en que incluso me alegraba el no poder sonreír.
sábado, 17 de noviembre de 2012
lunes, 24 de septiembre de 2012
Put Me In A Movie
Me
resulta increíble pensar que todo pasa por una simple taza de chocolate
caliente. No lo hubiera imaginado. Aquella mañana me había levantado decidido a
escapar de ese lugar que me provocaba claustrofobia, pero nunca cruzó mi mente
el encontrar a tan magnífico personaje con quien me tiendo ahora sobre la nada
y el todo. Tus ojos, dos maravillas poli cromáticas que combinaban con tu
chaqueta gris y esos jeans gastados y apretados que marcaban tu casi anoréxica
figura. Iluso, sentado en una solitaria mesa al costado izquierdo de un café
literario, divisé tu silueta entrando por el fondo del parque, junto a esa
pequeña laguna frente a la cual decidí sentarme. Justamente esa tarde, un grupo
de ancianos decidió realizar una competencia de veleros, tal como en Stuart Little, mientras los niños,
presurosos y alegres, jugueteaban por los alrededores, en busca de la mejor
posición para mirar. Y mientras yo me concentraba en eso, una áspera y profunda
voz rompió mi calma, moviendo la silla frente a mí. – Hola – dijo, sonriente -
¿esperas a alguien? Volteé mi cabeza lentamente; le había visto venir, mas no
acercarse, por lo que me sobresalté, le miré un par de segundos y contesté
instintivamente: No, no, llévate la silla si quieres – y acto seguido, proseguí
a girar nuevamente la mirada para ver la competencia, cuando su voz nuevamente
irrumpió el silencio. Esta vez rió – Pues… la verdad yo preguntaba para
sentarme… contigo. Entonces, mi corazón despego a una velocidad increíble, y
mis mejillas se tornaron rojas en un tiempo aún más inverosímil; ¡Vamos! Que un
extraño se te acerque tan galante no es algo que pase todos los días. Abrí la
boca para responder, pero no pude sino tartamudear un par de silabas, entonces él
me miró algo contrariado y dijo: Si es que te molesta, no hace falta que… - No,
no es eso – logré articular – Claro que no, por favor, toma… toma asiento.
El
viento seguía soplando levemente, casi susurrando, y los demás caminaban a
gusto; no hacía calor ni frío, era perfecto. El sol aún luchaba por mantenerse
en lo alto, pero poco a poco comenzó a perder sus fuerzas y caer, caer, caer.
El agua se mecía sin ritmo ni compás, mientras las hojas se deslizaban en un
vaivén majestuoso, posándose en diferentes caminos, dándole al lugar un toque otoñizo,
en plena primavera. Una de las últimas hojas crujientes se lanzó del árbol más
cercano y vino a parar en mi cabeza.
Sin
embargo, nada de esto había notado, pues este nuevo desconocido, mientras se
disponía a tenderse en la silla, sonrió discretamente, dejándome entrever una
latente simpatía. Entonces, al levantar la cabeza, le vi formular una oración,
sin reparar en lo que recién había expresado, pues sus ojos me cautivaron. Eran
de un marrón normal, y aún así preciosos, había algo en ellos que lo hacían
único. Quizás el reflejo del agua, quizás el reflejo de su alma, o quizás el
reflejo de su corazón.
sábado, 22 de septiembre de 2012
Sinceridad
Las sombras quedan y el tiempo continúa su curso a velocidad luz,
dejando de lado a todo aquel que crea ganarle en la carrera de la fugacidad. Si
fuera tan fácil como hacer un avión de papel, tal vez aún estarías aquí… pero
ya no saco nada con culparme, tu presencia aún me acechas, y eso creo que lo
tienes bastante claro, sé exactamente también lo que me dirías: Danny, vamos,
es solo un proceso, y claro, lo es, pero ¿era necesario que me dejases solo?
Conservo
aquellos manuscritos que nos unieron aquella tarde en la biblioteca, y tengo la
esperanza de terminarlos, ¿esperanza?, divertida palabra, paradójico es que
siga usándola, creo haber renunciado a ella hace un par de semanas, cuando me
clavó un invernal cuchillo por la espalda, aquella traicionera sensación en la
cual confié mi futuro, y que ahora me ha dejado sin lo más preciado para mí. No
puedo, no puedo Ian, no puedo encontrar la razón de porque tuviste que marchar
de mi lado, me parece que mal no le hicimos a nadie, pero más que la razón, lo
que más me duele fue la forma, cómo se es capaz de arrebatarle algo tan
esencial a alguien; mis noches se han vuelto terriblemente solitarias, mucho
más de lo que eran antes de conocerte, creo que ahora podrías llegar a comprender
cuán bien hiciste en mi vida, pequeño, aunque nunca me cansé de repetírtelo,
incluso creo que te agobió tanta responsabilidad, recuerdo que una vez me
hiciste saber tu temor a hacer algo que me quisiera alejar de ti, ¡Irónico!,
nunca lo quise si no al revés, en estos momentos más que nunca. La razón de mi
cariño no podría expresarla ni siquiera Pitágoras, lo que me recuerda cuanto
amabas las matemáticas, y tus adorables peleas con la profesora de matemáticas,
pero quien te viera con un libro en tus manos, un nuevo universo por explorar,
personajes que criticar o identificarte, y citarme tus párrafos favoritos en el
parque de Las Tormentas, el primer lugar que presenció nuestras miradas
encontrarse en forma inmediata y constante. El pedirte un lápiz no fue sino la
excusa para poder mirar más de cerca esos camaleónicos ojos preciosos, de un
azul suave en ese momento, que me transfirieron el deseo de volverte a ver, una
vez más, fue todo lo que pedí, y mira cuanto logramos construir, pequeño, mira
la tierra inmensa a mi alrededor, claro que, de seguro tú tienes un mundo
entero ahora, pero te apuesto, bonito, a que no es ni la mitad de hermoso que
el que poseo yo.
A
días del año nuevo, cuanto desearía que estuvieras aquí, que para Navidad
pudiera abrazarte y pensar que todo está bien, que nunca pasó nada, y que aquel
disparo no fuera el desencadenante de mi sufrimiento e indiferencia. Tu regalo
está guardado en la esquina derecha de tu cuarto, bajo la cama, sin saber que
nunca llegará a ser usado, o abierto, o tocado siquiera, y mis lágrimas que
caen sin colchón, golpeando la tierra como si quisieran que esta devolviese al
causante de su caída. Ian, ¿es todo tan difícil para ti, como lo es para mí? No
lo sé, no sé si lograré saberlo, lo desconozco, y ahora me declaro incompetente
frente a tantas materias, no me atrevo a asegurar que te conocí tanto como
llegué a pensar. Ian, dime por favor, ¿piensas en mí cuando el sol se ha
ocultado?
domingo, 19 de agosto de 2012
Viajes paralelos...
De pronto, le vi entrar, con su larga
cabellera y sus cautivantes ojos pardos y sus pisadas seguras de color marrón.
Algo se agitaba en el aire cada vez que volteaba, creo recordar nuestras
miradas cruzándose, mientras la mía le hablaba a gritos ahogados, le rogaba por
su fuertes brazos o sus caricias compasivas. Era dueño de todo lo que podrías
pedir en un caballero, y aún más. Su sonrisa, simplemente, era más brillante
que el sol a mediodía.
Mi vida empezaba y acaba en él, si alguna
vez el mundo me sujetaba, ya ni mis propios pies lo harían; me cuesta trabajo
escribir estas líneas, dado que cada una de ellas me aleja más de él. Me la
paso escribiendo y escribiendo, mis amigos me dicen que confiese, que no guarde
la pintura de mi alma deshojándose cada vez que su mano atraviesa otras ajenas,
de mayor suavidad que las mías, y delicadas maneras.
Suena estúpido, pero así es, soy el típico
chico que se enamora de otro que nunca le ha de corresponder, mas no por su
novia, ya que en sus ojos, su dulce mirada, puedo notar una batalla por ser
quien realmente es, y no quien le han enseñado a ser. As, él, en vez de guiarse
en la obvia dirección, sus pupilas se desvían accidentalmente hacia otras, unas
más grandes, protegidas por un par de espejos dobles.
Néstor ama a otro hombre, y él lo sabe,
incluso Sabrina, su novia, quien en vano intenta sujeta el alma de su amado y
salvarlo de las garras de la desolación, de la soledad, del dolor.
Él es mi vida, y aún así, no se da por
aludido, pues ama, no sabe cómo, pero ama. Ama con intensidad, ama como nunca
antes lo hizo; ama cuando llora y cuando se obliga a no hacerlo. Amar sería lo
último que dejaría de hacer. Puedo percibirlo, pues cada cosa le recuerda al
chico que en su corazón habita. Sabe que a las clases de gramática, llega
tarde; sabe que le gusta leer que le
fascina escribir, pero no gusta de participar en clase, sabe que debe viajar
menos de una hora para llegar a su casa, y sabe mucho más. Pero lo único que
desconoce, y lo que más le molesta ignorar, es si su amor es correspondido.
Juro por Dios que sería capaz de cualquier cosa por tenerlo cerca, y cuando se
sienta cerca suyo en clases, no puede evitar sino mirarle, observarle
profundamente, tratando de adivinar sus pensamientos, cada dos, cada tres
minutos, pretendiendo buscar algo más allá del aire que fluye, a través del
espacio. Y se esfuerza, tanto se esfuerza en acercarse a menos de 10
centímetros a su lado, pero el coraje no le da para tanto y mientras Gonzalo ríe
por alguna broma que ha escuchado, Néstor se voltea derrotado nuevamente,
pensando: la próxima vez será.
Pero Néstor sabe que la próxima vez no
sucederá, ni la que viene, y se culpa y se castiga por sufrir sin propósito, y
nuevamente llora porque ama, ama como nunca antes amó.
¿Y yo? Yo también amo, y me doy cuenta
que Néstor igual, pues nuestras actitudes nos delatan, como alguien que te persigue
sin que lo sepas, pero las huellas no has borrado y entonces, con precaución,
se puede leer lo que has estado haciendo.
Néstor entró a la biblioteca, con aquella
chica extranjera, Virginia, hablando quizás de alguna trivialidad inglesa. Por
mi parte, le pedí a dos compañeros que me acompañaran, pues no quería entrar
solo, y ahí estaba, frente a la pantalla, sin la chica, fortuna para mi, y me
senté a su derecha, fingiendo navegar en alguna página, mientras nervioso me
debatía entre saludarlo, o preguntarle algo, cuando se levantó y subió al
segundo nivel, al llamado de su nombre. Me levanté en el acto, indicándole a mi
compañera que subiría y comencé a caminar abruptamente, paseándome en busca de Néstor,
quien se encontraba mirando en mi dirección, por lo cual debí esconderme un
buen rato, y cuando bajé, ya se había ido. Otra oportunidad desperdiciada.
Una pequeña lágrima asoma bajo mi ojo
izquierdo, mas, yo la borro, ¿por qué llorar= Lo amo, no lo niego, pero una
pequeña tristeza líquida es algo que no me puedo permitir. En eso se acerca
Margareth, abrazándome por la espalda – No llores, bonito – dice – hay mejores
que el – me consuela; pero yo sé que no, y si los hay, que se vayan al diablo.
La biblioteca me parece tan aborrecible que decido marcharme, salgo, camino,
tropiezo, caigo.
La eternidad del pasto me parece
extraordinaria, junto al pavimento dan la ilusión de pareja perfecta, siendo
que quizás les tocó permanecer en esa posición mientras los demás pasan y se
van, pasan y se van.
Desde aquí abajo veo a las hormigas, y
como cada una de ellas soporta su propio peso sin tomarse la molestia de
llorar, no les gusta molestar a la otra y sin embargo no pueden vivir por sí
solas, la compañía es algo fundamental en su existencia, al igual que en la
mía. Sin Néstor, no soy nada, aún cuando no sea a mí a quien su corazón llama o
sus ojos mueren por ver. ¿Qué haces, qué te paso? – Escucho a alguien de pie, a
mi lado – Cállate y sigue ti viaje – pienso, pero no logro verbalizar ninguna
palabra. Néstor, Néstor, ¿dónde estás? Néstor, te alejas, ni tu silueta me
consuela ya.
domingo, 12 de agosto de 2012
La importancia de llamarse Ernesto...
Pues, primero un pequeño mensarijillo.
Como estamos en Agosto, un mes bastante peculiar, las entradas podrían ser algo uneven (si, más de lo normal) pero bueno, además aprovecho de decir que el escrito que subo ahora lo escribí anoche, y como ando con un Taldo, lo subiré todo sin filtro, asi que ruego disfrutar la falta de creatividad quizás, me gustó como empece, pero bueno, estoy escribiendo otra cosirijilla pero esa será subida dentro de esta semana (Hopefully, tonight) :)
Por su atención, gracias
Pd: También puede publicitar el blog si lo desea, me hacen falta un par de opiniones :)
Pd (2): Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. #JustSaying
Como estamos en Agosto, un mes bastante peculiar, las entradas podrían ser algo uneven (si, más de lo normal) pero bueno, además aprovecho de decir que el escrito que subo ahora lo escribí anoche, y como ando con un Taldo, lo subiré todo sin filtro, asi que ruego disfrutar la falta de creatividad quizás, me gustó como empece, pero bueno, estoy escribiendo otra cosirijilla pero esa será subida dentro de esta semana (Hopefully, tonight) :)
Por su atención, gracias
Pd: También puede publicitar el blog si lo desea, me hacen falta un par de opiniones :)
Pd (2): Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. #JustSaying
Lentamente, inhalando y
exhalando a un compás no establecido, me predispongo a responder al clamor
de la noche. Algo me inquieta, de mi sueño he sido despertado abruptamente, sin
aparente razón. Mas yo sé, lo presiento y lo intuyo, dentro de mí, se agita,
crece, respira, crece, vive, crece. En una manera sutil de decirlo, creo que lo
supe, inductivamente; no creo en el destino, pues trato de enfocarme en lo que
se encuentra delante de mí, sin detenerme a observar las sombras y huellas que
voy dejando en el camino. Y sin embargo, esta vez es algo que yo conozco. No,
no es un deja-vu; es una energía superior, algo más que solo la casualidad,
algo más que solo la predestinación. Incluso, siento que fuera más que si
hubiera nacido solo para este momento, es un sentimiento que me atraviesa mucho
más allá de los límites que alguna vez pude pensar. De pronto, el tiempo se ha
detenido, puedo observar las pequeñas partículas de aire que levitan,
iluminadas por un tierno y débil rayito de sol infiltrándose lentamente a
través de la ventana, sin importarle el vidrio empañado ni la cortina sin
lavar. Y así, me encuentro a mi mismo queriendo ser algo más, mucho más
poderoso que yo y a la vez más libre. ¡Sálvame! – he gritado. Y tan rápido como
me di cuenta, me tapé la boca con ambas manos, temiendo que mi grito pudiera
llegar a su latente y poderoso corazón, que me intimida de tan solo pensar que
mi pusilánime presencia ha comenzado a construir una morada en aquella gloriosa
residencia olímpica. El temor me carcome las entrañas, siento como aquella
gigantesca sombra trata de devorar mis preciadas esperanzas, mis preciadas,
pequeñas e insignificantes esperanzas. ¿Es que acaso soy digno?
Y luego aparece él, con aquel
rostro redondeado por las más dulces manos, aquellos anteojos que se alzan
frente a sus ojos de divertida y mezquina mirada. Hoy le oí decir que era
divorciado. Aquella subliminal confesión no provocó efecto negativo alguno en
mi persona; el hecho de imaginármelo alguna vez junto a alguien más
compartiendo un café bajo la mirada de la senil Luna no desalentó mi corazón,
así como tampoco lo envalentó. Y sin embargo, ahí me encontraba yo, mirándole.
Su esencia, su silueta, su desplazamiento me habían captivado desde aquel
primerísimo sábado en que le vi, vestido de traje negro y corbata a juego, unos
zapatos de formalidad casi extrema, un corte a la vanguardia, y aquellos ojos
traviesos y pacientes, preparados para otra exhibición de personas sin talento
a las cuales él debía tratar de inculcar el amor por la lengua durante el
transcurso de dos horas pedagógicas. Debo admitir que mi primera impresión fue
la de un profesor-diva. He is a bitch – pensé. Por suerte, me equivoqué, aunque
no me atrevería a admitir que totalmente. Mi sentido de la gravedad, la realidad
y la espacialidad cambiaron de un momento a otro, lo veía todo tan lejos, de
una forma tan cómoda que no me moleste en arreglar el aumento de mis lentes,
sino hasta que él se acercó, con un pañuelo en mano tendido hacia mi dirección.
– Clean your glasses – dijo. Yo solo asentí, tomé el objeto y realicé la
limpieza tan rápido como pude, sonrojándome a más no poder. Th-thanks – fue
todo lo que pude decir. Un débil agradecimiento respondido por una especial
sonrisa.
No me malinterpreten, no fue
amor a primera vista. El amor es un tema bastante subjetivo, y eso mismo te
entrega la seguridad para admitir cuando lo estás sintiendo y cuando no, en
contraste con lo que las demás personas puedan opinar al respecto. Luego de
aquel vergonzoso momento, uno por uno fue interrogando a los alumnos de la
clase acerca de sus nombres, edades, estudios, vida personal, entre otros. Y
respondían los demás, algunos más
tímidos que otros, pero casi nadie parecía capaz de hilvanar una sola frase.
Nunca me sentí avergonzado de estar en aquel curso, pues la base del
conocimiento se basa en la máxima de que nunca eres lo suficientemente bueno
como para no fallar; yo lo sabía de sobra. A medida que se acercaba a mí, una
leve agitación comenzó a desatarse en mi mente: parecía como si no quisiese
llegar hasta donde me encontraba, quizás por mi apariencia física, o quizás
porque simplemente no despierto aquel
“toque de simpatía” en la gente, en general. No soy un ser antipático,
pero tampoco soy el elemento más adorable. Now you’re just wondering – me repetía a mi
mismo – Don’t be stupid, it’s not like you’re special or something. Entre tanto me seguía repitiendo aquello, mis oídos se agudizaron a un
punto en que solo podía reconocer los latidos de mi propio interior, y sus
latidos, los cuales eran normales, no había rasgo de excitación que le
produjera algún sobresalto. Entonces, yo me hallaba demasiado nervioso para
mirarle a él mirando a los demás, y a la vez demasiado tímido para voltearme a
mirar directamente a la persona que se estaba presentando. Un centenar de
canciones, susurros y citas se cruzaron por mi mente mientras aquel que estaba
a mi lado terminaba su discurso. Entonces, un leve puente de luz se alzo entre
nuestras miradas, algo hubo aquel segundo que pude leer dentro de sí. Fue un
segundo, un larguísimo segundo que me bastó. La música ceso, mi espíritu se
alzó a la nada y al todo. Once segundos después, me encontraba respondiendo lo
mismo que los demás. Su mirada no parecía llena de interés, sino de respeto y
atención, hasta que pronuncié las palabras que quizás, el no pensó llegaría a
escuchar aquel día: I study English Literature and Linguistics – dije.
Entonces, su sonrisa se alzó unos tres cuartos de alegría y el tono se volvió
más ameno. Nuevamente, no estoy hablando de amor, es solo que, es algo
complicado de explicar en palabras. No estoy seguro si se trata de un
sentimiento, solo puedo decir que, en aquel momento, pasé a ocupar un lugar
importante en ese preciso lugar. Un puesto que, en ese entonces, no imaginé llegaría
a cambiar mi vida en algún aspecto. A partir de aquel momento, no podía sino
darle unas rápidas miradas de admiración, seguidas de rápidos pestañeos y vagos
giros de cabeza tratando de no ser tan evidente, aunque eso requiere un gran
arte y habilidad que yo nunca he sido capaz de desarrollar. Sense and
Senbility, have you read it? – preguntó en tono jovial, quizás demasiado para
mí. No, I haven’t – le respondí tímidamente. You need to – agregó, con la misma
sonrisa que llama mi atención cada vez que la veo. No es que tenga habilidades
psíquicas o extra-sensoriales, pero desde esa clase que presentía había algo
más en él, solo sabía que existía. Quizás entonces luego aprendería que tan
equivocado no estaba. Termina la clase y me dispongo a salir, reticente a
abandonar aquel lugar, aunque por otro lado, estaba el otro chico que no quiero
nombrar ni al que quería ver, y sin embargo había arreglado una cita con él.
Sabes, la verdad es que no pareces querer salir, así que no te molestes – le
diría yo unos minutos después, al darme cuenta de que su disposición no era la
mejor. Aquella mañana abandoné la universidad con mi mente trabajando
arduamente, solo había un nombre escrito, el cual no parecía dispuesto a ser
desplazado tan fácilmente. Ernesto.
Mi mente se
encuentra confundida ya, he pensado en tantas cosas y todas diferentes que me
resulta difícil ya encontrar coherencia entre lo que pienso y lo que escribo.
Tal vez debería dejar volar la pluma por hoy, y visitar a Morfeo, y ¿por qué
no? a mí querido Ernesto.
viernes, 3 de agosto de 2012
Revelaciones (Pt. I)
Y así es como todo sigue. El tiempo ha seguido su curso y las hojas han seguido cayendo. A pesar de haber entrado a clases, una especie de desorden en el universo ha cobrado forma y las cosas no parecen sino ir en una dirección, por no decir errónea, inusual. En lo que ha mi respecta, me encuentro aquí nuevamente hablando con él. ¿Por qué? Me pregunto. Si me miraras por fuera, tal vez notarias que soy un tipo distraído, pero seguro que la idea de que no hay un tipo profundo o más sensible dentro. Algunos dicen que el alma cobra vida a través de la escritura, y que la identidad del autor se va revelando poco a poco, pues yo dudo que alguien vaya a interesarse en mí.
No pensé en volver a verte tan pronto. A veces me pregunto porque estoy tan fuera de lugar ¿Será necesario volver a los viejos hábitos? ¿Es acaso marcar una diferencia incluso si no todos la notan? Claro, una vez me dijeron que nadie esta supuesto a vivir a través o por los demás, y quizás eso es lo que debería poner en práctica. La renovación quizás no funcionaria, es difícil saberlo puesto la mayoría de las veces no estoy dispuesto a intentarlo; incluso a veces llega a ser mas complicado que eso ¿Sera cierto que nadie debería sufrir? Es difícil saberlo, aunque, si soy honesto, hay u montón de cosas que me complican la existencia.
martes, 10 de julio de 2012
Una lata al costado de un asiento trasero de un tren
Una vez escuché
que al viajar, estás dejando una parte de ti atrás. Te embriagan tantas
emociones a la vez que apenas puedes respirar. La realidad pierde su efecto
gravitatorio, y los sueños y la libertad cobran fuerza, sin embargo es difícil elaborar
una sonrisa, al menos para mí. Cada cicatriz vuelve a ese color rojo como si la
herida fuera causada nuevamente; siendo que incluso la herida que llevo ahora
ha sido creada e infectada con mis propias manos. Es, en verdad, como si amara
el dolor. Como si yo fuera el dolor. Irónico. Quizás ya me acostumbré
demasiado. Los minutos van pasando lentamente. Los segundos se esparcen en el
suelo mientras yo cuento la cantidad de tinta que he derramado en los últimos seis
mese. Difícil tarea.
Y
aquí voy otra vez. Esta sería la ¿quinta vez? No puedo contar ya. De vuelta a la
casa de mis padres. En verdad, no sé que tanto les preocupa lo que haga o deje
de hacer. Si apenas supieron el hijito que se gastaban, no la pensaron dos
veces. La familia es lo primero, dijeron; pero al primer problema, cagó la
familia. A la calle en dos minutos. Lo único que añoro son aquellos prados
verdes, lejos de toda esta mierda de ciudad llena de imbéciles e imbecilidades.
Aquí soy libre, aquí puedo tocar las nubes,
y pierdo el control en la forma menos nociva posible.
Aún
desconozco porque me llamaron. Supongo que en un par de horas lo sabré (la
culpa, quizás). Ni siquiera tengo ánimo ahora para dormir, no puedo tomar ni
fumar mientras dure el viaje. Ni motivación ni distracción tengo para soportar
esto. Antes siquiera podía llamarlo. Antes, antes podía hacer tantas cosas.
Antes, siempre antes, por la puta. Nunca le he podido apostar a un buen futuro,
menos podré ahora. Esto ya va para el año, y ni siquiera borracho he podido
olvidarlo. Es entones cuando no le veo el punto a nada en mi vida. Mírame, ni
siquiera esta hueá de vicio me aleja de ti. ¡Mierda! ¿Por qué? Desaparece, ¡Ándate”!,
¡Muérete, hueón, muérete!
¿Qué
hora es? Me tuvieron que dar un sedante, estaba comenzando a gritar como
imbécil, repitiendo un solo nombre, un puto solo nombre. ¿Cuál? El tuyo, por
supuesto. Aún me duele la cabeza, aunque supongo que eso es un efecto
secundario. Vida cruel, vida cruel y miserable. Me da tanta risa y pena, risa y
dolor, pena y angustia, dolor y angustia, dolor y pena, risa y angustia. Todo,
todo. Ni siquiera llorar puedo. Me siento incómodo, raro. No puedo respirar. Mi
cara se mueve por sí sola haciendo muecas extrañas. Mis ojos palpitan y mi
corazón se acelera. Miro hacia la ventana y veo el sol incandescente a la
lejanía. Las nubes se mueven lentamente y el paisaje vuela, vuela y yo lo
alcanzo, lo alcanzo y vuelo…
Me
he despertado casi colgando del asiento, con mucho frío en el brazo izquierdo;
levanto mi cabeza lentamente, con un leve dolor en la nuca. Seguro te pegaste,
hueón – pienso. Está oscuro y no queda casi nadie en el tren. Mi única compañía
a esta hora es un disco de “The Smiths”, el cual se repite una y otra vez.
Entonces, comienzo a llorar. Mis manos tiemblan tímidamente, como si temieran
que alguien las fuera a ver. Empiezo a susurrar tu nombre cada tres segundos.
Luego de unos minutos, temo que mi lado psicótico se empiece a apoderar de mi
otra vez, ahora. Me acurruco en la silla para tratar de dormir, aunque por
efecto del narcótico, ya sueño no tengo. Desconozco lo que le hice a la vida,
pero ella me ha hecho más de lo que puedo soportar.
martes, 3 de julio de 2012
There's a duck in the laguna
¿Cómo pude leer las estrellas tan mal? Esto no hubiera pasado si hubieras estado aquí, de eso estoy seguro. Ya son 4 meses. 4 fucking months. 4 meses y aún siquiera no he podido sino pensar en ti cada puto segundo del día. Seamos amigos dijiste. Pura mierda. Ni tú te tragaste eso. Claro, lo más fácil era terminarlo todo, hasta que llegó ese maricón te quedaste bien calladito. Muy bonito ¿eh? Hermoso. No sabes cuánto, hueón, no sabes cuánto… No tiene caso ya, te fuiste. Te busqué. No piensas volver. Ni siquiera te he visto conectado. Te odio y me da un miedo terrible hablarte. Ni siquiera sé de qué o por que debería hablarte. Ya de por sí, cuando te conocí, tenía problemas, y lo sabías. Lo sabías y eso es lo que más me emputece. Nunca fui el mejor pololo, lo tengo claro. Pero lo intenté. No lo creo que sepas, pero las crisis de personalidad no son lo más maravilloso que le puede pasar a alguien, menos a un tipo de 20 años con problemas de alcohol. No se pasa bien, tú nunca me viste en mis peores momentos. Por la cresta, n siquiera te golpeé alguna vez. No llegaste a ver los cortes que llegué a hacerme a mi casa, furioso porque necesitaba herir a alguien. No, no soy masoquista, pero puta que uno lo necesita.
Ahora que lo pienso, realmente nunca diste de tu parte por ayudarme, o ayudarnos. No puedo comprar tu amor, tampoco es que quiera intentar. Sabes que estoy lejos de ser lo que tus padres esperaban, y yo el muy estúpido, imbécil, te creó todas esas sonrisitas que aún me hacen retorcer en la noche. Incluso te das la molestia de pasearte de la mano con ese tal Leonardo, a tus anchas. Ni que me importara El viento a estas horas se siente más fresco, más invernal. El pasto, un poco húmedo, es más cómodo que mi cama, y el sol crepuscular es mi abrigo; creo que podría estar aquí por un buen rato.
A quién quiero engañar. Te extraño, te extraño más que la cresta ¿Por qué te tuviste que ir? Quise serlo todo por ti. Te amo hueón, te amo. Nunca lo entendiste, aunque siempre te lo dije, te lo demostré, estuve solo todo el tiempo. Si mi voz siempre fue como la de un león, ¿Cómo es que permití que la lograra dominar? Quiero gritarlo, tú sabes cómo soy de atarantado. Creo que contigo pase mis mayores momentos de sobriedad. No necesitaba nada más, solo darte lo mejor para que fueras feliz. ¿Recuerdas que te cantaba par que lograras dormir? Solías tomar mi mano y jurarme que siempre estarías conmigo. Ahora me doy cuenta cuánto valen tus promesas…
domingo, 10 de junio de 2012
Dear John...
Me pregunto qué será de ti, Juan Carlos…
Hasta donde me han contado (pues tu apenas te
comunicas conmigo, aunque no te culpo), te has sentido tan solitario como yo de
desesperado. Claro está que ambos nos extrañamos, mas yo soy demasiado cobarde
para decírtelo y u eres demasiado orgulloso para admitirlo. Me pregunto qué
tanto aguantaremos, y si finalmente uno de los dos romperá este silencio tan
ruidoso que solo nosotros podemos escuchar.
Nosotros, solía amar tanto esa palabra, y ahora no
me hace sino sufrir. Tu bien lo sabes, desde aquella fatídica tarde lo sabes
muy bien. Y yo sé que a ti también te duele. Me gustaría aseverar, sin embargo,
que piensas en mi tanto como yo en ti, aunque, según tus palabras, sería ridículo.
Quisiera regresar el tiempo y haber pronunciado las palabras correctas, pero
ambos somos humanos, y muchas veces cometemos errores que ni siquiera pensamos
cometer. Me gusta pasear por la Universidad pisando las hojas, me gusta hacerlo
a horas oscuras y frías, me gusta hacerlo oyendo las canciones que vieron nacer
y crecer nuestro amor me gusta torturarme imaginando que estás a mi lado, que en
cualquier momento me tomarás de la mano, dejando todo de lado y me abrazarás
tan fuerte y cariñosamente como nuestro primer abrazo el 21 de febrero a eso de
las 9 de la noche. Me gusta tratar de transformar en versos aquello que tuvimos
y no poder, del dolor, del amor y el olvido.
Me gusta tirarme en el pasto escuchando Coldplay
(tu sabes que canción) imaginando que te acostaras a mi lado y me darás un
tierno beso, haciendo que estos meses de angustia parezcan solo un rasguño en
la mano. Me gusta perder el equilibrio y el tiempo y lo sabes. Sabes que soy un
niño pequeño burlón y asustadizo. Sabes que te quise (y te quiero) por lo que
eres, sabes que yo sé eso y que quise hacer lo posible por ayudarte a ser
feliz. También sabes que fracasé miserablemente.
Sabes muchas cosas, pero me das
la impresión de que las has olvidado. O es, al menos, lo que me quieres hacer
creer. Lo que no sabes es que no puedo pensar en ti sin sonreír y llorar a la
vez, y que últimamente te he necesitado más que siempre, y me ha costado
bastante hacerle creer al mundo y a mi corazón que por dentro no me estoy
cayendo a pedazos. Tampoco creo que
sepas que temo terriblemente que leas esto. Temo que lo leas y te enojes tanto
conmigo que me mandes a la mierda para siempre. Temo que lo leas y te pueda
dejar peor que ahora. Temo que leas esto y pienses que estoy jugando y por sobre
todo temo que no hayas leído lo suficiente como para saber que temo todo esto.
También temo que pienses que te he olvidado, pero créeme que ha sido lo último
que he hecho, ni siquiera he tratado. Quizás ya superaste todo pero esto requiere
tiempo, una herida no sana tan fácil, aunque tú creas que fuiste el más
afectado. Yo también.
Te escribo estas palabras
indeciso si quisiera que las leas o no, no puedo asegurar ya que es lo mejor.
Yo solo quise poner una sonrisa en tu cara, y en tu corazón, y no me arrepiento
de haberlo intentado. El tema es que me gustaría intentarlo una vez más.
Quisiera decírtelo, en verdad, pero no me atrevo. No sé qué sensación te
provoque a ti, quiero imaginarlo, pero no puedo pensar en una respuesta clara.
¿Qué me dices? Todos los días espero algo que no llegará solo. Como quisiera
que fueras tu quien llenara el asiento del metro a mi lado, y no la soledad…
jueves, 7 de junio de 2012
Nothing I can twist about
There was again another shower, as I was starting to get sick of them. I mean, how can possibly be, at least, 5 showers in just one night? Actually, it was really pissing me off because the night seemed to be timeless. The hours just didn't want to go on, the bad was not as always; this time it looked to me as if didn't want to welcome me anymore. The whole place seemed to deny me. My eyes were literally hurting, as I started to hear an awful, creppy sound. Nothing I wasn't used to, just this time seemed more irritating than ever. I just wanted everyone to shut up and leave me alone. Is it too much to ask? Well, not for me. Whenever I'm far, I just want to stay there, and now more than ever, but within me I knew (and I still know) it is quite impossible, at least for now. In fact, I'm torn. I mean, I know I should be more thankful, but... how? I just get sofocated here, the whole seems at the same time to be boiling and inside I am freezing to death, because when you're not welcome, the ice is warmer than a cup of tea.
Anyway, I've just been thinking my life for a little while. Not that I'm want to commit suicide (not yet) but the idea of that I'm probably wasting my time is something that has been bothering me for a few days, I just sometimes think I'm letting the days go by without even trying to stop them, to catch or at least get a hold of one of them. But it is difficult, you know. Someone promised me he will stay, but he didn't. I was left alone. That's all.
Anyway, I've just been thinking my life for a little while. Not that I'm want to commit suicide (not yet) but the idea of that I'm probably wasting my time is something that has been bothering me for a few days, I just sometimes think I'm letting the days go by without even trying to stop them, to catch or at least get a hold of one of them. But it is difficult, you know. Someone promised me he will stay, but he didn't. I was left alone. That's all.
martes, 5 de junio de 2012
I see a red door and I want to paint it BLACK
Yesterday I just realised a lot of things / things I didn't know / things probably I'll forget / but things that will be stuck in my heart foverer / Someone told me the truth will set me free / Actually the truth is what is causing me troubles / Nevermind, I know I'll break free / Somewhere I belong.
lunes, 4 de junio de 2012
Capítulo I: Sinceridad
Las sombras quedan y el tiempo continúa su curso a velocidad luz,
dejando de lado a todo aquel que crea ganarle en la carrera de la fugacidad. Si
fuera tan fácil como hacer un avión de papel, tal vez aún estarías aquí… pero
ya no saco nada con culparme, tu presencia aún me acecha, y eso creo que lo
tienes bastante claro, sé exactamente también lo que me dirías: Danny, vamos,
es solo un proceso, y claro, lo es, pero ¿era necesario que me dejases solo?
Conservo
aquellos manuscritos que nos unieron aquella tarde en la biblioteca, y tengo la
esperanza de terminarlos, ¿esperanza?, divertida palabra, paradójico es que
siga usándola, creo haber renunciado a ella hace un par de semanas, cuando me
clavó un invernal cuchillo por la espalda, aquella traicionera sensación en la
cual confié mi futuro, y que ahora me ha dejado sin lo más preciado para mí. No
puedo, no puedo Ian, no puedo encontrar la razón de porque tuviste que marchar
de mi lado, me parece que mal no le hicimos a nadie, pero más que la razón, lo
que más me duele fue la forma, cómo se es capaz de arrebatarle algo tan
esencial a alguien; mis noches se han vuelto terriblemente solitarias, mucho
más de lo que eran antes de conocerte, creo que ahora podrías llegar a
comprender cuán bien hiciste en mi vida, pequeño, aunque nunca me cansé de
repetírtelo, incluso creo que te agobió tanta responsabilidad, recuerdo que una
vez me hiciste saber tu temor a hacer algo que me quisiera alejar de ti.
¡Irónico!, nunca lo quise si no al revés, en estos momentos más que nunca. La
razón de mi cariño no podría expresarla ni siquiera Pitágoras, lo que me
recuerda cuanto amabas las matemáticas, y tus adorables peleas con la profesora
de matemáticas, pero quien te viera con un libro en tus manos, un nuevo
universo por explorar, personajes que criticar o identificarte, y citarme tus
párrafos favoritos en el parque de Las Tormentas, el primer lugar que presenció
nuestras miradas encontrarse en forma inmediata y constante. El pedirte un
lápiz no fue sino la excusa para poder mirar más de cerca esos camaleónicos
ojos preciosos, de un azul suave en ese momento, que me transfirieron el deseo
de volverte a ver, una vez más, fue todo lo que pedí, y mira cuanto logramos
construir, pequeño, mira la tierra inmensa a mi alrededor, claro que, de seguro
tú tienes un mundo entero ahora, pero te apuesto, bonito, a que no es ni la
mitad de hermoso que el que poseo yo.
A
días del año nuevo, cuanto desearía que estuvieras aquí, que para Navidad
pudiera abrazarte y pensar que todo está bien, que nunca pasó nada, y que aquel
disparo no fuera el desencadenante de mi sufrimiento e indiferencia. Tu regalo
está guardado en la esquina derecha de tu cuarto, bajo la cama, sin saber que nunca
llegará a ser usado, o abierto, o tocado siquiera, y mis lágrimas que caen sin
colchón, golpeando la tierra como si quisieran que esta devolviese al causante
de su caída. Ian, ¿es todo tan difícil para ti, como lo es para mí? No lo sé,
no sé si lograré saberlo, lo desconozco, y ahora me declaro incompetente frente
a tantas materias, no me atrevo a asegurar que te conocí tanto como llegué a
pensar. Ian, dime por favor, ¿piensas en mí cuando el sol se ha ocultado?
(Continuará...)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)