domingo, 19 de agosto de 2012

Viajes paralelos...


De pronto, le vi entrar, con su larga cabellera y sus cautivantes ojos pardos y sus pisadas seguras de color marrón. Algo se agitaba en el aire cada vez que volteaba, creo recordar nuestras miradas cruzándose, mientras la mía le hablaba a gritos ahogados, le rogaba por su fuertes brazos o sus caricias compasivas. Era dueño de todo lo que podrías pedir en un caballero, y aún más. Su sonrisa, simplemente, era más brillante que el sol a mediodía.
Mi vida empezaba y acaba en él, si alguna vez el mundo me sujetaba, ya ni mis propios pies lo harían; me cuesta trabajo escribir estas líneas, dado que cada una de ellas me aleja más de él. Me la paso escribiendo y escribiendo, mis amigos me dicen que confiese, que no guarde la pintura de mi alma deshojándose cada vez que su mano atraviesa otras ajenas, de mayor suavidad que las mías, y delicadas maneras.
Suena estúpido, pero así es, soy el típico chico que se enamora de otro que nunca le ha de corresponder, mas no por su novia, ya que en sus ojos, su dulce mirada, puedo notar una batalla por ser quien realmente es, y no quien le han enseñado a ser. As, él, en vez de guiarse en la obvia dirección, sus pupilas se desvían accidentalmente hacia otras, unas más grandes, protegidas por un par de espejos dobles.
Néstor ama a otro hombre, y él lo sabe, incluso Sabrina, su novia, quien en vano intenta sujeta el alma de su amado y salvarlo de las garras de la desolación, de la soledad, del dolor.
Él es mi vida, y aún así, no se da por aludido, pues ama, no sabe cómo, pero ama. Ama con intensidad, ama como nunca antes lo hizo; ama cuando llora y cuando se obliga a no hacerlo. Amar sería lo último que dejaría de hacer. Puedo percibirlo, pues cada cosa le recuerda al chico que en su corazón habita. Sabe que a las clases de gramática, llega tarde; sabe que le gusta leer  que le fascina escribir, pero no gusta de participar en clase, sabe que debe viajar menos de una hora para llegar a su casa, y sabe mucho más. Pero lo único que desconoce, y lo que más le molesta ignorar, es si su amor es correspondido. Juro por Dios que sería capaz de cualquier cosa por tenerlo cerca, y cuando se sienta cerca suyo en clases, no puede evitar sino mirarle, observarle profundamente, tratando de adivinar sus pensamientos, cada dos, cada tres minutos, pretendiendo buscar algo más allá del aire que fluye, a través del espacio. Y se esfuerza, tanto se esfuerza en acercarse a menos de 10 centímetros a su lado, pero el coraje no le da para tanto y mientras Gonzalo ríe por alguna broma que ha escuchado, Néstor se voltea derrotado nuevamente, pensando: la  próxima vez será.
Pero Néstor sabe que la próxima vez no sucederá, ni la que viene, y se culpa y se castiga por sufrir sin propósito, y nuevamente llora porque ama, ama como nunca antes amó.
¿Y yo? Yo también amo, y me doy cuenta que Néstor igual, pues nuestras actitudes nos delatan, como alguien que te persigue sin que lo sepas, pero las huellas no has borrado y entonces, con precaución, se puede leer lo que has estado haciendo.
Néstor entró a la biblioteca, con aquella chica extranjera, Virginia, hablando quizás de alguna trivialidad inglesa. Por mi parte, le pedí a dos compañeros que me acompañaran, pues no quería entrar solo, y ahí estaba, frente a la pantalla, sin la chica, fortuna para mi, y me senté a su derecha, fingiendo navegar en alguna página, mientras nervioso me debatía entre saludarlo, o preguntarle algo, cuando se levantó y subió al segundo nivel, al llamado de su nombre. Me levanté en el acto, indicándole a mi compañera que subiría y comencé a caminar abruptamente, paseándome en busca de Néstor, quien se encontraba mirando en mi dirección, por lo cual debí esconderme un buen rato, y cuando bajé, ya se había ido. Otra oportunidad desperdiciada.
Una pequeña lágrima asoma bajo mi ojo izquierdo, mas, yo la borro, ¿por qué llorar= Lo amo, no lo niego, pero una pequeña tristeza líquida es algo que no me puedo permitir. En eso se acerca Margareth, abrazándome por la espalda – No llores, bonito – dice – hay mejores que el – me consuela; pero yo sé que no, y si los hay, que se vayan al diablo. La biblioteca me parece tan aborrecible que decido marcharme, salgo, camino, tropiezo, caigo.
La eternidad del pasto me parece extraordinaria, junto al pavimento dan la ilusión de pareja perfecta, siendo que quizás les tocó permanecer en esa posición mientras los demás pasan y se van, pasan y se van.
Desde aquí abajo veo a las hormigas, y como cada una de ellas soporta su propio peso sin tomarse la molestia de llorar, no les gusta molestar a la otra y sin embargo no pueden vivir por sí solas, la compañía es algo fundamental en su existencia, al igual que en la mía. Sin Néstor, no soy nada, aún cuando no sea a mí a quien su corazón llama o sus ojos mueren por ver. ¿Qué haces, qué te paso? – Escucho a alguien de pie, a mi lado – Cállate y sigue ti viaje – pienso, pero no logro verbalizar ninguna palabra. Néstor, Néstor, ¿dónde estás? Néstor, te alejas, ni tu silueta me consuela ya.

domingo, 12 de agosto de 2012

La importancia de llamarse Ernesto...

Pues, primero un pequeño mensarijillo.
Como estamos en Agosto, un mes bastante peculiar, las entradas podrían ser algo uneven (si, más de lo normal) pero bueno, además aprovecho de decir que el escrito que subo ahora lo escribí anoche, y como ando con un Taldo, lo subiré todo sin filtro, asi que ruego disfrutar la falta de creatividad quizás, me gustó como empece, pero bueno, estoy escribiendo otra cosirijilla pero esa será subida dentro de esta semana (Hopefully, tonight) :)
Por su atención, gracias

Pd: También puede publicitar el blog si lo desea, me hacen falta un par de opiniones :)
Pd (2): Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. #JustSaying


                Lentamente, inhalando y exhalando a un compás no establecido, me predispongo a responder al clamor de la noche. Algo me inquieta, de mi sueño he sido despertado abruptamente, sin aparente razón. Mas yo sé, lo presiento y lo intuyo, dentro de mí, se agita, crece, respira, crece, vive, crece. En una manera sutil de decirlo, creo que lo supe, inductivamente; no creo en el destino, pues trato de enfocarme en lo que se encuentra delante de mí, sin detenerme a observar las sombras y huellas que voy dejando en el camino. Y sin embargo, esta vez es algo que yo conozco. No, no es un deja-vu; es una energía superior, algo más que solo la casualidad, algo más que solo la predestinación. Incluso, siento que fuera más que si hubiera nacido solo para este momento, es un sentimiento que me atraviesa mucho más allá de los límites que alguna vez pude pensar. De pronto, el tiempo se ha detenido, puedo observar las pequeñas partículas de aire que levitan, iluminadas por un tierno y débil rayito de sol infiltrándose lentamente a través de la ventana, sin importarle el vidrio empañado ni la cortina sin lavar. Y así, me encuentro a mi mismo queriendo ser algo más, mucho más poderoso que yo y a la vez más libre. ¡Sálvame! – he gritado. Y tan rápido como me di cuenta, me tapé la boca con ambas manos, temiendo que mi grito pudiera llegar a su latente y poderoso corazón, que me intimida de tan solo pensar que mi pusilánime presencia ha comenzado a construir una morada en aquella gloriosa residencia olímpica. El temor me carcome las entrañas, siento como aquella gigantesca sombra trata de devorar mis preciadas esperanzas, mis preciadas, pequeñas e insignificantes esperanzas. ¿Es que acaso soy digno?

                Y luego aparece él, con aquel rostro redondeado por las más dulces manos, aquellos anteojos que se alzan frente a sus ojos de divertida y mezquina mirada. Hoy le oí decir que era divorciado. Aquella subliminal confesión no provocó efecto negativo alguno en mi persona; el hecho de imaginármelo alguna vez junto a alguien más compartiendo un café bajo la mirada de la senil Luna no desalentó mi corazón, así como tampoco lo envalentó. Y sin embargo, ahí me encontraba yo, mirándole. Su esencia, su silueta, su desplazamiento me habían captivado desde aquel primerísimo sábado en que le vi, vestido de traje negro y corbata a juego, unos zapatos de formalidad casi extrema, un corte a la vanguardia, y aquellos ojos traviesos y pacientes, preparados para otra exhibición de personas sin talento a las cuales él debía tratar de inculcar el amor por la lengua durante el transcurso de dos horas pedagógicas. Debo admitir que mi primera impresión fue la de un profesor-diva. He is a bitch – pensé. Por suerte, me equivoqué, aunque no me atrevería a admitir que totalmente. Mi sentido de la gravedad, la realidad y la espacialidad cambiaron de un momento a otro, lo veía todo tan lejos, de una forma tan cómoda que no me moleste en arreglar el aumento de mis lentes, sino hasta que él se acercó, con un pañuelo en mano tendido hacia mi dirección. – Clean your glasses – dijo. Yo solo asentí, tomé el objeto y realicé la limpieza tan rápido como pude, sonrojándome a más no poder. Th-thanks – fue todo lo que pude decir. Un débil agradecimiento respondido por una especial sonrisa.

                No me malinterpreten, no fue amor a primera vista. El amor es un tema bastante subjetivo, y eso mismo te entrega la seguridad para admitir cuando lo estás sintiendo y cuando no, en contraste con lo que las demás personas puedan opinar al respecto. Luego de aquel vergonzoso momento, uno por uno fue interrogando a los alumnos de la clase acerca de sus nombres, edades, estudios, vida personal, entre otros. Y respondían los demás,  algunos más tímidos que otros, pero casi nadie parecía capaz de hilvanar una sola frase. Nunca me sentí avergonzado de estar en aquel curso, pues la base del conocimiento se basa en la máxima de que nunca eres lo suficientemente bueno como para no fallar; yo lo sabía de sobra. A medida que se acercaba a mí, una leve agitación comenzó a desatarse en mi mente: parecía como si no quisiese llegar hasta donde me encontraba, quizás por mi apariencia física, o quizás porque simplemente no despierto aquel  “toque de simpatía” en la gente, en general. No soy un ser antipático, pero tampoco soy el elemento más adorable. Now you’re just wondering – me repetía a mi mismo – Don’t be stupid, it’s not like you’re special or something. Entre tanto me seguía repitiendo aquello, mis oídos se agudizaron a un punto en que solo podía reconocer los latidos de mi propio interior, y sus latidos, los cuales eran normales, no había rasgo de excitación que le produjera algún sobresalto. Entonces, yo me hallaba demasiado nervioso para mirarle a él mirando a los demás, y a la vez demasiado tímido para voltearme a mirar directamente a la persona que se estaba presentando. Un centenar de canciones, susurros y citas se cruzaron por mi mente mientras aquel que estaba a mi lado terminaba su discurso. Entonces, un leve puente de luz se alzo entre nuestras miradas, algo hubo aquel segundo que pude leer dentro de sí. Fue un segundo, un larguísimo segundo que me bastó. La música ceso, mi espíritu se alzó a la nada y al todo. Once segundos después, me encontraba respondiendo lo mismo que los demás. Su mirada no parecía llena de interés, sino de respeto y atención, hasta que pronuncié las palabras que quizás, el no pensó llegaría a escuchar aquel día: I study English Literature and Linguistics – dije. Entonces, su sonrisa se alzó unos tres cuartos de alegría y el tono se volvió más ameno. Nuevamente, no estoy hablando de amor, es solo que, es algo complicado de explicar en palabras. No estoy seguro si se trata de un sentimiento, solo puedo decir que, en aquel momento, pasé a ocupar un lugar importante en ese preciso lugar. Un puesto que, en ese entonces, no imaginé llegaría a cambiar mi vida en algún aspecto. A partir de aquel momento, no podía sino darle unas rápidas miradas de admiración, seguidas de rápidos pestañeos y vagos giros de cabeza tratando de no ser tan evidente, aunque eso requiere un gran arte y habilidad que yo nunca he sido capaz de desarrollar. Sense and Senbility, have you read it? – preguntó en tono jovial, quizás demasiado para mí. No, I haven’t – le respondí tímidamente. You need to – agregó, con la misma sonrisa que llama mi atención cada vez que la veo. No es que tenga habilidades psíquicas o extra-sensoriales, pero desde esa clase que presentía había algo más en él, solo sabía que existía. Quizás entonces luego aprendería que tan equivocado no estaba. Termina la clase y me dispongo a salir, reticente a abandonar aquel lugar, aunque por otro lado, estaba el otro chico que no quiero nombrar ni al que quería ver, y sin embargo había arreglado una cita con él. Sabes, la verdad es que no pareces querer salir, así que no te molestes – le diría yo unos minutos después, al darme cuenta de que su disposición no era la mejor. Aquella mañana abandoné la universidad con mi mente trabajando arduamente, solo había un nombre escrito, el cual no parecía dispuesto a ser desplazado tan fácilmente. Ernesto.

               Mi mente se encuentra confundida ya, he pensado en tantas cosas y todas diferentes que me resulta difícil ya encontrar coherencia entre lo que pienso y lo que escribo. Tal vez debería dejar volar la pluma por hoy, y visitar a Morfeo, y ¿por qué no? a mí  querido Ernesto.

viernes, 3 de agosto de 2012

Revelaciones (Pt. I)

Y así es como todo sigue. El tiempo ha seguido su curso y las hojas han seguido cayendo.  A pesar de haber entrado a clases, una especie de desorden en el universo ha cobrado forma y las cosas no parecen sino ir en una dirección, por no decir errónea, inusual. En lo que ha mi respecta, me encuentro aquí nuevamente hablando con él. ¿Por qué? Me pregunto. Si me miraras por fuera, tal vez notarias que soy un tipo distraído, pero seguro que la idea de que no hay un tipo profundo o más sensible dentro. Algunos dicen que el alma cobra vida a través de la escritura, y que la identidad del autor se va revelando poco a poco, pues yo dudo que alguien vaya a interesarse en mí.
                No pensé en volver a verte tan pronto. A veces me pregunto porque estoy tan fuera de lugar ¿Será necesario volver a los viejos hábitos? ¿Es acaso marcar una diferencia incluso si no todos la notan? Claro, una vez me dijeron que nadie esta supuesto a vivir a través o por los demás, y quizás eso es lo que debería poner en práctica. La renovación quizás no funcionaria, es difícil saberlo puesto la mayoría de las veces no estoy dispuesto a intentarlo; incluso a veces llega a ser mas complicado que eso ¿Sera cierto que nadie debería sufrir? Es difícil saberlo, aunque, si soy honesto, hay u montón de cosas que me complican la existencia.